Hubo un momento en que el calzado mexicano dio un salto inesperado. A principios de la década pasada, una marca nacida en Monterrey empezó a aparecer en aeropuertos, universidades y cafeterías: Loly in the Sky.
No eran tacones ni sneakers deportivos, sino flats con ilustraciones divertidas, frases juguetonas y un aire irreverente que se sentía distinto en un país donde la moda solía estar dominada por importaciones.
Cómo nació la marca
La historia comenzó en 2013, cuando los hermanos Lorena y Eduardo Vázquez decidieron emprender un proyecto propio. Lorena, formada en moda en Milán y Barcelona, imaginó un calzado que rompiera con los moldes clásicos: ligero, accesible y cargado de personalidad. Eduardo, con estudios en economía y prospectiva estratégica, se encargó de darle estructura empresarial a la idea.
El nombre Loly venía del apodo universitario de Lorena, un guiño íntimo que convirtió la marca en algo personal y cercano desde el arranque. El canal de entrada fue digital: una tienda online que pronto se volvió viral gracias a la comunidad de clientas que se identificaban como “lolygirls”. Poco después, llegaron las boutiques físicas en Monterrey y Ciudad de México, con espacios diseñados como pequeñas cápsulas creativas que invitaban a descubrir algo más que un par de zapatos.

Lo que la hizo especial
En un mercado acostumbrado a mirar hacia Nueva York, Milán o Tokio, Loly enarboló una estética ligera, cercana y con un sello de identidad mexicana sin caer en clichés folclóricos. Cada diseño parecía hablarle directamente a una generación que buscaba productos con personalidad, accesibles, pero con historia detrás. Comprar un par de Loly era llevar una declaración: que la creatividad local también podía marcar tendencia.



Colaboraciones que marcaron huella
Otro capítulo esencial en la historia de Loly fueron sus colaboraciones. La marca supo tender puentes entre su estilo y la cultura pop:
- Colección aniversario (2019) — Una colaboración con cinco ilustradoras mexicanas que reinterpretaron el modelo más icónico de la marca.
- Peanuts — Modelos protagonizados por Snoopy y Woodstock, un guiño nostálgico para quienes crecieron con estas historietas.
- Sailor Moon — Una colección que trajo a la vida la estética mágica del anime japonés en forma de calzado y accesorios.
- BT21 — Inspirada en el universo de personajes creados por BTS, un fenómeno global que conectó con nuevas generaciones.
- Hello Kitty and Friends — Una cápsula llena de color que incluía flats, sandalias y accesorios con los personajes de Sanrio.
A parte de colecciones tributo como una edición especial inspirada en David Bowie.






Una marca que se volvió pasaporte
Loly in the Sky trascendió el zapato. Su propuesta conectaba con el espíritu de quienes viajan, de quienes coleccionan experiencias tanto como souvenirs. Los flats cabían en cualquier maleta y eran la pieza cómoda y expresiva para recorrer nuevas ciudades, desde museos europeos hasta mercados latinoamericanos.
El legado
Más allá de sus retos empresariales, Loly in the Sky abrió camino para que otras marcas mexicanas de moda independiente encontraran un público receptivo, tanto dentro como fuera del país. Fue un recordatorio de que la moda hecha en México podía ser fresca, divertida y global sin perder autenticidad.
Hoy, cuando miramos hacia atrás, Loly in the Sky representa esa chispa que ayudó a democratizar la idea de consumir diseño mexicano: piezas que cuentan historias y que acompañan en cada viaje.